Un espejismo o la más cruda realidad? Ese equipo vestido de blanco, con el escudo del Manchester United, que anoche salió a amarrar un 0-0 en el Camp Nou, ¿era de verdad el líder de la Premier League o se trataba de la Juventus de Fabio Capello? El poderoso y temido conjunto de Alex Ferguson confía en que el empate le abra las puertas de la final de Moscú, porque la escala les pilla cerca; concretamente, en Old Trafford, escenario para soñadores. El Barcelona, que temía un vendaval, se palpa la ropa, satisfecho de haber salido casi indemne de su primer choque serio en esta Champions League. Sin embargo, pesa en el ambiente la idea de que la semana que viene todo será muy distinto.
El Barça echó mano de Deco, un jugador imprescindible cuando hay que enseñar las cicatrices de las grandes peleas. El portugués, con un mes y medio sin fútbol, estuvo voluntarioso, pero ayudó a apuntalar un mediocampo donde Touré echó el ancla. Xavi dirigió las acciones de armado, limpió el campo de minas y se asomó al área con un puñado de disparos; fue el mejor. Iniesta tuvo más problemas, obligado a enganchar con el ataque por la banda izquierda, la que en otras noches mejores era propiedad de Ronaldinho, esa sombra. Lo mismo que le pasó a Messi por el otro lado, empujado hacia atrás por un bloque defensivo del United formado hasta por nueve jugadores, incluidos Tévez y Rooney. Así, quedaba confiar en Etoo para asustar a Van der Sar, pero el africano va perdiendo fuerza por la boca desde hace más de un año, cuando decidió dinamitar la aparente calma del vestuario.
Cristiano. Elegante, veloz, dinámico, Cristiano Ronaldo fue a rematar un córner en el minuto dos. Lo siguió Milito, que sufre por arriba, y el argentino despejó con una mano. Penalti. El propio Cristiano lo tiró, con la parte interior del pie derecho, y quiso ajustar tanto que mandó la pelota fuera, a la izquierda de Valdés. La leyenda que persigue al portugués, la de que no aparece en las citas importantes (la Eurocopa, el Mundial, la semifinal del año pasado ante el Milán), se acrecentaba muy pronto. Y se confirmó después, con un partidito propio de un figurín de pacotilla. Eso sí: Cristiano forzó otro penalti en la otra aparición en el área, sobre el minuto 70. Abidal le entró abajo y lo barrió con la otra pierna, pero como el portugués se adorna tanto y se pasó en plena queja medio partido, el árbitro, con querencia local, dijo sigan, sigan. También le echó un cable a Touré, dejándole pasar unas manos, porque si veía una amarilla se perdía la vuelta.
Antes y después, todo fue del Barça, dueño del balón y del campo por dejación de funciones del rival. Pero Messi aún está entre algodones (se fue para evitar males mayores en su muslo izquierdo), Etoo va con una marcha menos, y cuando Rijkaard puso a Bojan lo condenó a la banda, como a Henry, autor de un disparo en el cuarto de hora de que dispuso.
Pasó el Coco United por el Camp Nou, con la pinta de un amante del catenaccio. Respira el Barça, que se tienta las ropas. Lo peor está por llegar. Porque Moscú pasa por Manchester.
El Barça echó mano de Deco, un jugador imprescindible cuando hay que enseñar las cicatrices de las grandes peleas. El portugués, con un mes y medio sin fútbol, estuvo voluntarioso, pero ayudó a apuntalar un mediocampo donde Touré echó el ancla. Xavi dirigió las acciones de armado, limpió el campo de minas y se asomó al área con un puñado de disparos; fue el mejor. Iniesta tuvo más problemas, obligado a enganchar con el ataque por la banda izquierda, la que en otras noches mejores era propiedad de Ronaldinho, esa sombra. Lo mismo que le pasó a Messi por el otro lado, empujado hacia atrás por un bloque defensivo del United formado hasta por nueve jugadores, incluidos Tévez y Rooney. Así, quedaba confiar en Etoo para asustar a Van der Sar, pero el africano va perdiendo fuerza por la boca desde hace más de un año, cuando decidió dinamitar la aparente calma del vestuario.
Cristiano. Elegante, veloz, dinámico, Cristiano Ronaldo fue a rematar un córner en el minuto dos. Lo siguió Milito, que sufre por arriba, y el argentino despejó con una mano. Penalti. El propio Cristiano lo tiró, con la parte interior del pie derecho, y quiso ajustar tanto que mandó la pelota fuera, a la izquierda de Valdés. La leyenda que persigue al portugués, la de que no aparece en las citas importantes (la Eurocopa, el Mundial, la semifinal del año pasado ante el Milán), se acrecentaba muy pronto. Y se confirmó después, con un partidito propio de un figurín de pacotilla. Eso sí: Cristiano forzó otro penalti en la otra aparición en el área, sobre el minuto 70. Abidal le entró abajo y lo barrió con la otra pierna, pero como el portugués se adorna tanto y se pasó en plena queja medio partido, el árbitro, con querencia local, dijo sigan, sigan. También le echó un cable a Touré, dejándole pasar unas manos, porque si veía una amarilla se perdía la vuelta.
Antes y después, todo fue del Barça, dueño del balón y del campo por dejación de funciones del rival. Pero Messi aún está entre algodones (se fue para evitar males mayores en su muslo izquierdo), Etoo va con una marcha menos, y cuando Rijkaard puso a Bojan lo condenó a la banda, como a Henry, autor de un disparo en el cuarto de hora de que dispuso.
Pasó el Coco United por el Camp Nou, con la pinta de un amante del catenaccio. Respira el Barça, que se tienta las ropas. Lo peor está por llegar. Porque Moscú pasa por Manchester.
tomado de http://www.as.com/
1 comentario:
wenas, me gusta tu blog, intercambiamos links???
Un saludo desde futboldemas.blogspot.com
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