Llegaba la hora de la verdad para el Arsenal y el Manchester. Los dos equipos británicos se veían las caras en el Emirate Stadium para decidir el primero de los equipos que estará presente en la gran final de la Liga de Campeones del 27 de mayo en Roma. Partido de altos vuelos recubierto con un ambiente de lujo y con todas las estrellas de ambos contendientes a disposición de sus entrenadores. Los de Ferguson partían con la mínima ventaja lograda por O'Shea en la ida en Old Trafford, pero una inquietante estadística atemorizaba a los de Ferguson y daba esperanzas a los de Wenger. El Arsenal acumulaba 24 partidos como local en Europa sin conocer la derrota. Además, el United sólo había conseguido una victoria en las diez últimas visitas a territorio de los 'gunners'. Todo por decidir. El espectáculo estaba servido.
Era más que previsible la salida en tromba del Arsenal, y así sucedio. Los hombres de Wenger salieron enchufados al terreno de juego con el único objetivo de igualar la eliminatoria lo antes posible y atemorizar a su rival con la ayuda de la encendida grada del Emirates Stadium. Todo iba sobre ruedas para los locales con llegadas constantes al área de Van der Sar, pero se olvidaron de que en el equipo rival estaba el último Balón de Oro, Cristiano Ronaldo. Dos balones y dos fallos del contrario bastaron al jugador luso para hacer trizas todas las ilusiones de los 'gunners'. El primero de ellos le sirvió para habilitar a Park, previo resbalón de auténtica mala suerte de Gibbs, para que el coreano dejase muda a la parroquia local logrando el primer tanto del partido. Su segunda aparición en el encuentro fue para clavar un verdadero golazo a saque de falta en el que Almunia podría haber hecho algo más. En tan sólo cuatro minutos, el partido y la eliminatoria tomaba un rumbo totalmente distinto. El Arsenal acusó de forma brutal los dos tantos recibidos y, en estado de shock, estuvo muy cerca de encajar el tercero tras un misil lanzado por Rooney desde la frontal del área que despejó brillantemente el guardameta local.
Todo cambiaba. Partido nuevo y eliminatoria nueva. La clasificación del Arsenal para la final pasaba por hacerle cuatro goles a todo un campeón de Europa con la moral por las nubes. Observando la cara de Wenger en el banquillo quedaba claro que la empresa era imposible. El conjunto local se vio obligado a acelerar su juego y renunciar al fútbol de toque para llegar lo antes posible al área de Van der Sar para acortar distancias y poder recobrar algún atisbo de esperanza. Mientras tanto, el Manchester jugaba a placer, sin prisas, con espacios cada vez que tenía el esférico en sus pies y con un Cristiano Ronaldo muy activo y dispuesto a hacer leña del arbol caído. Lo único que persistía de los primeros minutos eran los ánimos de la grada a su equipo, empeñado en entrar por el centro y olvidándose de que existían las bandas.
La cara y la cruz del partido quedaron evidenciadas con el pitido que indicaba el intermedio. Las rostros de los jugadores de uno y otro equipo dejaban bien clara la desesperanza local y la tranquilidad visitante. Tan sólo una hecatombe histórica de los 'diablos rojos' les dejaría fuera de la final de Roma. Como muestra, un botón: Van der Sar no tuvo que emplearse a fondo en ninguna ocasión durante el primer acto, mientras que Almunia tomó más protagonismo que el capitán local, el español Cesc Fábregas (mal dato para el Arsenal). Por delante, cuarenta y cinco minutos en los que el United, sin ninguna obligación de hacer nada, dejaría pasar los minutos sin contemplaciones y en los que los hombres de Wenger debían obrar un milagro para no quedarse a un paso de Roma.
Los milagros no existen
Si el Arsenal salió enchufado en la primera mitad, más aún lo hizo en la segunda, pero el motivo era bien distinto. En la primera mitad eran las ganas y la esperanza lo que dio alas a los de Wenger, mientras que en la segunda la razón no era otra que la desesperación que se instaló en cada uno de los jugadores locales. A pesar del empuje de los 'gunners', el Manchester no pasó apuro alguno en defensa. Sucedió justo lo contrario. Una jugada individual de Cristiano Ronaldo obligó a Almunia a hacer su segunda intervención de mérito en el encuentro tras el ajustado disparo del jugador portugués.
Los hombres de Ferguson, que realizaron un partido de matrícula de honor, aprovecharon el cúmulo de despropósitos de su rival, preso de los nervios, para practicar un juego cómodo y de toque que le otorgó varias ocasiones más para aumentar la diferencia en el global de la eliminatoria. En una de ellas volvió a aparecer Cristiano Ronaldo, la estrella del partido, para finalizar de forma brillante un contragolpe de libro ejecutado por Park y Rooney. El de Madeira lograba el tercero y las gradas del Emirates comenzaron a vaciarse.
No había para más. Los minutos se fueron consumiendo con un Arsenal que intentó lo imposible hasta el final y con un Manchester que comenzó a retirar efectivos apercibidos de suspensión, conscientes de que ya tenían el billete para la final en el bolsillo. El tanto del Arsenal, logrado por Van Persie desde el punto de penalti, quedaría como una simple anécdota a no ser por la expulsión de Fletcher en la jugada previa, que le hará perderse la final al jugador escocés.
El Manchester estará el 27 de mayo en Roma para disputar por segundo año consecutivo la final de la Liga de Campeones. Su rival saldrá del encuentro que disputarán el Chelsea y el Barcelona en Stamford Bridge, donde todo está por decidir tras el empate a cero en el partido de ida disputado en el Camp Nou.
Era más que previsible la salida en tromba del Arsenal, y así sucedio. Los hombres de Wenger salieron enchufados al terreno de juego con el único objetivo de igualar la eliminatoria lo antes posible y atemorizar a su rival con la ayuda de la encendida grada del Emirates Stadium. Todo iba sobre ruedas para los locales con llegadas constantes al área de Van der Sar, pero se olvidaron de que en el equipo rival estaba el último Balón de Oro, Cristiano Ronaldo. Dos balones y dos fallos del contrario bastaron al jugador luso para hacer trizas todas las ilusiones de los 'gunners'. El primero de ellos le sirvió para habilitar a Park, previo resbalón de auténtica mala suerte de Gibbs, para que el coreano dejase muda a la parroquia local logrando el primer tanto del partido. Su segunda aparición en el encuentro fue para clavar un verdadero golazo a saque de falta en el que Almunia podría haber hecho algo más. En tan sólo cuatro minutos, el partido y la eliminatoria tomaba un rumbo totalmente distinto. El Arsenal acusó de forma brutal los dos tantos recibidos y, en estado de shock, estuvo muy cerca de encajar el tercero tras un misil lanzado por Rooney desde la frontal del área que despejó brillantemente el guardameta local.
Todo cambiaba. Partido nuevo y eliminatoria nueva. La clasificación del Arsenal para la final pasaba por hacerle cuatro goles a todo un campeón de Europa con la moral por las nubes. Observando la cara de Wenger en el banquillo quedaba claro que la empresa era imposible. El conjunto local se vio obligado a acelerar su juego y renunciar al fútbol de toque para llegar lo antes posible al área de Van der Sar para acortar distancias y poder recobrar algún atisbo de esperanza. Mientras tanto, el Manchester jugaba a placer, sin prisas, con espacios cada vez que tenía el esférico en sus pies y con un Cristiano Ronaldo muy activo y dispuesto a hacer leña del arbol caído. Lo único que persistía de los primeros minutos eran los ánimos de la grada a su equipo, empeñado en entrar por el centro y olvidándose de que existían las bandas.
La cara y la cruz del partido quedaron evidenciadas con el pitido que indicaba el intermedio. Las rostros de los jugadores de uno y otro equipo dejaban bien clara la desesperanza local y la tranquilidad visitante. Tan sólo una hecatombe histórica de los 'diablos rojos' les dejaría fuera de la final de Roma. Como muestra, un botón: Van der Sar no tuvo que emplearse a fondo en ninguna ocasión durante el primer acto, mientras que Almunia tomó más protagonismo que el capitán local, el español Cesc Fábregas (mal dato para el Arsenal). Por delante, cuarenta y cinco minutos en los que el United, sin ninguna obligación de hacer nada, dejaría pasar los minutos sin contemplaciones y en los que los hombres de Wenger debían obrar un milagro para no quedarse a un paso de Roma.
Los milagros no existen
Si el Arsenal salió enchufado en la primera mitad, más aún lo hizo en la segunda, pero el motivo era bien distinto. En la primera mitad eran las ganas y la esperanza lo que dio alas a los de Wenger, mientras que en la segunda la razón no era otra que la desesperación que se instaló en cada uno de los jugadores locales. A pesar del empuje de los 'gunners', el Manchester no pasó apuro alguno en defensa. Sucedió justo lo contrario. Una jugada individual de Cristiano Ronaldo obligó a Almunia a hacer su segunda intervención de mérito en el encuentro tras el ajustado disparo del jugador portugués.
Los hombres de Ferguson, que realizaron un partido de matrícula de honor, aprovecharon el cúmulo de despropósitos de su rival, preso de los nervios, para practicar un juego cómodo y de toque que le otorgó varias ocasiones más para aumentar la diferencia en el global de la eliminatoria. En una de ellas volvió a aparecer Cristiano Ronaldo, la estrella del partido, para finalizar de forma brillante un contragolpe de libro ejecutado por Park y Rooney. El de Madeira lograba el tercero y las gradas del Emirates comenzaron a vaciarse.
No había para más. Los minutos se fueron consumiendo con un Arsenal que intentó lo imposible hasta el final y con un Manchester que comenzó a retirar efectivos apercibidos de suspensión, conscientes de que ya tenían el billete para la final en el bolsillo. El tanto del Arsenal, logrado por Van Persie desde el punto de penalti, quedaría como una simple anécdota a no ser por la expulsión de Fletcher en la jugada previa, que le hará perderse la final al jugador escocés.
El Manchester estará el 27 de mayo en Roma para disputar por segundo año consecutivo la final de la Liga de Campeones. Su rival saldrá del encuentro que disputarán el Chelsea y el Barcelona en Stamford Bridge, donde todo está por decidir tras el empate a cero en el partido de ida disputado en el Camp Nou.
tomado de www.as.com
1 comentario:
buen blog de informacion!
Te enlazo-> http://www.eljugadorrecomendado.blogspot.com/
1saludo!
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