El Zenit de San Petersburgo consiguió anoche el primer título europeo de su historia al derrotar al Glasgow Rangers escocés en la final de la Copa de la UEFA. Para España esta noticia trae dos consecuencias: una buena y una mala. La buena es que después de que Grecia se llevara la Eurocopa de 2004 e Italia el Mundial de 2006 con un juego rácano y ultra-defensivo, el equipo escocés fracasó con el mismo sistema ante un rival que apostó por lo contrario: fútbol ofensivo, como La Roja de Luis Aragonés. La mala es que en el Zenit juegan seis de los futbolistas rusos a los que España se enfrentará dentro de unos días en la Eurocopa. Y resulta que son mejores de lo que pensábamos, especialmente Arshavin que fue quien derribó la muralla escocesa con un pase genial que Denisov convirtió en el primer gol de los rusos.
El Zenit merece levantar la Copa de la UEFA porque apostó por un fútbol al que el Rangers siempre renunció. El equipo escocés se plantó en la final con sólo cinco goles en los últimos ocho partidos, los mismos que hicieron los rusos de una tacada ante el Bayern Múnich.
Lo mejor del Rangers es que si fue capaz de levantar una muralla que le protegió hasta la final es que lo hizo gracias a un jugador español y madrileño, Cuéllar, que anoche volvió a demostrar que los centrales que Aragonés va a llevar a la Eurocopa no son mucho mejores que él. Puede ser sólo una impresión, pero parece que si Cuéllar hubiera jugado esta temporada en la Liga probablemente habría entrado en las quinielas y quizás hasta en la lista que el Seleccionador nacional hará pública mañana. No ha sido casualidad que haya sido nombrado mejor jugador del año en Escocia.
El otro español de la final, Nacho Novo, apenas tuvo minutos. Pese a ello suya fue la mejor ocasión del Rangers y el único remate del equipo escocés dentro del área rusa.
Novo entró al campo sólo cuando el Rangers encajó el gol de Denisov. Ni siquiera en ese cuarto de hora que entonces restaba para el final pudo el Rangers irse arriba. No sabe hacerlo. Le falló su plan: llevar el partido a la prórroga y ganar por agotamiento del rival o bien jugársela en la suerte de los penaltis, la estrategia que siguió contra la Fiorentina, su rival en la semifinal.
El Zenit, por contra, jugó el último partido de la Copa de la UEFA con el mismo talante que el resto de la competición: con alegría. Y lo hizo pese a que ayer le faltó un jugador clave, su cañonero: Pogrebnyak, máximo goleador de la competición junto a Luca Toni (Bayern) ambos con 10 goles.
El banquillo.
Esa ausencia no se notó porque Arshavin y Fayzulin, con la ayuda de Denisov y Timoschuk, crearon juego y ocasiones suficientes como para marcar dos goles, los tantos que valieron la final.
Mención especial para el entrenador Advocaat. El holandés, un trotamundos que también fue técnico del Rangers al que hizo campeón de liga en dos ocasiones, ha cambiado la mentalidad de los jugadores rusos y les ha llevado a tocar pelo apostando por el talento más que por la pizarra.
El Zenit merece levantar la Copa de la UEFA porque apostó por un fútbol al que el Rangers siempre renunció. El equipo escocés se plantó en la final con sólo cinco goles en los últimos ocho partidos, los mismos que hicieron los rusos de una tacada ante el Bayern Múnich.
Lo mejor del Rangers es que si fue capaz de levantar una muralla que le protegió hasta la final es que lo hizo gracias a un jugador español y madrileño, Cuéllar, que anoche volvió a demostrar que los centrales que Aragonés va a llevar a la Eurocopa no son mucho mejores que él. Puede ser sólo una impresión, pero parece que si Cuéllar hubiera jugado esta temporada en la Liga probablemente habría entrado en las quinielas y quizás hasta en la lista que el Seleccionador nacional hará pública mañana. No ha sido casualidad que haya sido nombrado mejor jugador del año en Escocia.
El otro español de la final, Nacho Novo, apenas tuvo minutos. Pese a ello suya fue la mejor ocasión del Rangers y el único remate del equipo escocés dentro del área rusa.
Novo entró al campo sólo cuando el Rangers encajó el gol de Denisov. Ni siquiera en ese cuarto de hora que entonces restaba para el final pudo el Rangers irse arriba. No sabe hacerlo. Le falló su plan: llevar el partido a la prórroga y ganar por agotamiento del rival o bien jugársela en la suerte de los penaltis, la estrategia que siguió contra la Fiorentina, su rival en la semifinal.
El Zenit, por contra, jugó el último partido de la Copa de la UEFA con el mismo talante que el resto de la competición: con alegría. Y lo hizo pese a que ayer le faltó un jugador clave, su cañonero: Pogrebnyak, máximo goleador de la competición junto a Luca Toni (Bayern) ambos con 10 goles.
El banquillo.
Esa ausencia no se notó porque Arshavin y Fayzulin, con la ayuda de Denisov y Timoschuk, crearon juego y ocasiones suficientes como para marcar dos goles, los tantos que valieron la final.
Mención especial para el entrenador Advocaat. El holandés, un trotamundos que también fue técnico del Rangers al que hizo campeón de liga en dos ocasiones, ha cambiado la mentalidad de los jugadores rusos y les ha llevado a tocar pelo apostando por el talento más que por la pizarra.
tomado de www.as.com
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