El Real Madrid aterrizó en Barajas a la 1:30 de la madrugada. La Saeta era una fiesta. También la terminal del aeropuerto donde esperaban cientos de seguidores y, por supuesto, Cibeles, destino final. Los campeones de Liga estaban como locos por hacer el trayecto hacia la diosa, al saber que el madridismo se había dado cita en las calles de la ciudad. Raúl, ataviado todo el vuelo con una bandera de España, preparó la bufanda para la fiesta.
La Policía Nacional organizó un fuerte dispositivo para garantizar el rápido traslado de la expedición madridista desde el aeropuerto hasta Cibeles. La afición esperaba pacientemente en la emblemática fuente bailando a los sones del Chiki Chiki y coreando cánticos de cargados de emoción, más aún cuando se anunció la proximidad de la comitiva blanca bajando por el Paseo de La Castellana.
El autobús oficial del Real Madrid fue el vehículo elegido para salir del aeropuerto. El reloj marcaba las dos de la madrugada cuando partía desde la terminal la expedición con jugadores y directivos, entre cánticos, banderas, saludos y vítores. Los brasileños de la plantilla lucían sus enseñas atadas al cuello, también los argentinos. Todo eran sonrisas, abrazos y emociones.
Viaje triunfal. El tradicional bus descapotable de los títulos esperaba en las inmediaciones del estadio Bernabéu, donde los campeones hicieron un rápido cambio de vehículo a las 2:20 horas para poder festejar por las calles de la capital con los afi cionados. Un colorido sensacional vestía el autobús que, a baja velocidad, se abría paso entre la multitud.
Las noticias que llegaban desde Cibeles entusiasmaban a los jugadores. A las dos de la madrugada ya eran ciento veinte mil afi cionados los que se agolpaban en torno a la fuente, esperando el gran momento de la celebración. El esfuerzo de los madrileños resultaba emotivo para los campeones y así se comentó en el autobús blanco. Los jugadores querían corresponder a sus incondicionales con una soberbia celebración.
Entretanto, en una carpa instalada en el estadio Bernabéu esperaban el regreso de los jugadores Ramón Calderón, Pedja Mijatovic y un buen número de directivos. Otros quisieron festejar el título in situ y tomaron asiento en un segundo autobús que seguía al de los campeones.
Himno y ovación. Calderón recibió la llamada de Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, lo que fue considerado por el máximo mandatario madridista como un gesto elogiable y así lo manifestó públicamente.
La aparición del autobús descapotable del Real Madrid en la plaza de Cibeles fue el gran momento. Había afi cionados que esperaban desde las once de la noche y ya eran las 3:00 de la madrugada. Una espera larga, pero feliz, que desembocó en un estruendosa ovación y el himno del Madrid a todo volumen envolviendo el momento en un sensacional éxtasis madridista. Los gritos de los aficionados se cruzaban: ?Raúl, Selección?, ?Así, así, así gana el Madrid?.., y decenas de cánticos conocidos o nuevos.
Los jugadores subieron los peldaños dispuestos a bailar en torno a la diosa y la algarabía no tenía nombre. Locura colectiva, pasión desbordada por un título que hacía unas horas se había rubricado en Pamplona.
La gran foto se produjo a las 3:10, cuando Raúl se encaramó a la Cibeles y anudó la bufanda del Madrid y la bandera de España al cuello de la diosa. Fue la confirmación del título, el no va más. La ciudad de Madrid dio un ejemplo de fidelidad y el equipo firmaba su 31 título con una gran fiesta.
La Policía Nacional organizó un fuerte dispositivo para garantizar el rápido traslado de la expedición madridista desde el aeropuerto hasta Cibeles. La afición esperaba pacientemente en la emblemática fuente bailando a los sones del Chiki Chiki y coreando cánticos de cargados de emoción, más aún cuando se anunció la proximidad de la comitiva blanca bajando por el Paseo de La Castellana.
El autobús oficial del Real Madrid fue el vehículo elegido para salir del aeropuerto. El reloj marcaba las dos de la madrugada cuando partía desde la terminal la expedición con jugadores y directivos, entre cánticos, banderas, saludos y vítores. Los brasileños de la plantilla lucían sus enseñas atadas al cuello, también los argentinos. Todo eran sonrisas, abrazos y emociones.
Viaje triunfal. El tradicional bus descapotable de los títulos esperaba en las inmediaciones del estadio Bernabéu, donde los campeones hicieron un rápido cambio de vehículo a las 2:20 horas para poder festejar por las calles de la capital con los afi cionados. Un colorido sensacional vestía el autobús que, a baja velocidad, se abría paso entre la multitud.
Las noticias que llegaban desde Cibeles entusiasmaban a los jugadores. A las dos de la madrugada ya eran ciento veinte mil afi cionados los que se agolpaban en torno a la fuente, esperando el gran momento de la celebración. El esfuerzo de los madrileños resultaba emotivo para los campeones y así se comentó en el autobús blanco. Los jugadores querían corresponder a sus incondicionales con una soberbia celebración.
Entretanto, en una carpa instalada en el estadio Bernabéu esperaban el regreso de los jugadores Ramón Calderón, Pedja Mijatovic y un buen número de directivos. Otros quisieron festejar el título in situ y tomaron asiento en un segundo autobús que seguía al de los campeones.
Himno y ovación. Calderón recibió la llamada de Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, lo que fue considerado por el máximo mandatario madridista como un gesto elogiable y así lo manifestó públicamente.
La aparición del autobús descapotable del Real Madrid en la plaza de Cibeles fue el gran momento. Había afi cionados que esperaban desde las once de la noche y ya eran las 3:00 de la madrugada. Una espera larga, pero feliz, que desembocó en un estruendosa ovación y el himno del Madrid a todo volumen envolviendo el momento en un sensacional éxtasis madridista. Los gritos de los aficionados se cruzaban: ?Raúl, Selección?, ?Así, así, así gana el Madrid?.., y decenas de cánticos conocidos o nuevos.
Los jugadores subieron los peldaños dispuestos a bailar en torno a la diosa y la algarabía no tenía nombre. Locura colectiva, pasión desbordada por un título que hacía unas horas se había rubricado en Pamplona.
La gran foto se produjo a las 3:10, cuando Raúl se encaramó a la Cibeles y anudó la bufanda del Madrid y la bandera de España al cuello de la diosa. Fue la confirmación del título, el no va más. La ciudad de Madrid dio un ejemplo de fidelidad y el equipo firmaba su 31 título con una gran fiesta.
tomado de http://www.as.com/
1 comentario:
Estas invitado a comentar el Superclásico que se vivió en la argentina, el cual paralizo a dicho país. Un abrazo grande.
www.mundofutboleroblog.blogspot.com
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