Mientras cuatro aficiones de cuatro ciudades españolas vivirán hoy en vilo, pendientes de que sus respectivos equipos conserven o no la máxima categoría, anoche, en el único encuentro de la última jornada, Murcia y Barcelona echaron el cierre a una temporada olvidable para sus protagonistas con un pseudopartido de fútbol.
Tanto sobre la hierba como en el banquillo (un Rijkaard que se va, un Clemente que se queda para debutar en Segunda) se vio un encuentro como no gusta que pase en ningún deporte de competición: sin el apremio de la victoria, sin la pasión que se desparramará hoy en otros campos.
Fue un partido raro, como lo era su convocatoria; raro en su salida, raro en su intermedio y raro en su finalización. Se pasó de un baile del Murcia al Barça, con gol de Ochoa cabeceando como en el pasillo de su casa a la salida de un córner, a una inaudita goleada culé personalizada en Giovani dos Santos.
Tras pasarse toda la temporada sin anotar en Liga (lo había hecho una vez en Champions), el joven internacional mexicano se acabó destapando con un hat- trick espectacular, el segundo de los goles con un toque de clase que dice mucho de su apellido brasileño (es hijo de Zizinho) y un tercero de zurdazo monumental. La pregunta ahora es saber si Giovani, apuesta personal de Rijkaard, es un fuera de serie engullido por el patético Barça de esta campaña, o si se le vendió en su día como algo más de lo que realmente es.
Falso inicio. Si en los primeros veinte minutos dio una imagen inoperante, a raíz del 1-1, conseguido por Etoo tras una triangulación Henry-Messi-Henry (tal vez la mejor hilvanación del partido), el Barça aprovechó los reiterados errores defensivos del Murcia para sentenciar el encuentro en la primera mitad. Fueron jugadas calcadas: pases interiores, por el centro, que aprovecharon primero Henry, de cabeza, y luego Giovani, que sólo tuvo que empujar un buen servicio de Etoo antes de desmelenarse.
Con ese 1-3 en el marcador, el partido dejó de ser algo relativamente serio (¿lo había sido?) para convertirse en una especie de locura colectiva, un sinsentido futbolístico, con dos equipos despreocupados y diletantes, lo que se dice un partido de patio de un colegio.
Del 1-3 se pasó al 1-5, y del 1-5 al 3-5. Como para tomárselo a risa... si no fuera porque los dos conjuntos tenían mucho que olvidar en esta temporada aciaga. Todo lo que tenían que haber hecho antes no lo hicieron y por eso nos dieron el espectáculo de anoche. Por eso penarán este largo verano. El Murcia, pensando en cómo recuperar la categor el Barça, buscando otro ciclo que sea virtuoso.
Tanto sobre la hierba como en el banquillo (un Rijkaard que se va, un Clemente que se queda para debutar en Segunda) se vio un encuentro como no gusta que pase en ningún deporte de competición: sin el apremio de la victoria, sin la pasión que se desparramará hoy en otros campos.
Fue un partido raro, como lo era su convocatoria; raro en su salida, raro en su intermedio y raro en su finalización. Se pasó de un baile del Murcia al Barça, con gol de Ochoa cabeceando como en el pasillo de su casa a la salida de un córner, a una inaudita goleada culé personalizada en Giovani dos Santos.
Tras pasarse toda la temporada sin anotar en Liga (lo había hecho una vez en Champions), el joven internacional mexicano se acabó destapando con un hat- trick espectacular, el segundo de los goles con un toque de clase que dice mucho de su apellido brasileño (es hijo de Zizinho) y un tercero de zurdazo monumental. La pregunta ahora es saber si Giovani, apuesta personal de Rijkaard, es un fuera de serie engullido por el patético Barça de esta campaña, o si se le vendió en su día como algo más de lo que realmente es.
Falso inicio. Si en los primeros veinte minutos dio una imagen inoperante, a raíz del 1-1, conseguido por Etoo tras una triangulación Henry-Messi-Henry (tal vez la mejor hilvanación del partido), el Barça aprovechó los reiterados errores defensivos del Murcia para sentenciar el encuentro en la primera mitad. Fueron jugadas calcadas: pases interiores, por el centro, que aprovecharon primero Henry, de cabeza, y luego Giovani, que sólo tuvo que empujar un buen servicio de Etoo antes de desmelenarse.
Con ese 1-3 en el marcador, el partido dejó de ser algo relativamente serio (¿lo había sido?) para convertirse en una especie de locura colectiva, un sinsentido futbolístico, con dos equipos despreocupados y diletantes, lo que se dice un partido de patio de un colegio.
Del 1-3 se pasó al 1-5, y del 1-5 al 3-5. Como para tomárselo a risa... si no fuera porque los dos conjuntos tenían mucho que olvidar en esta temporada aciaga. Todo lo que tenían que haber hecho antes no lo hicieron y por eso nos dieron el espectáculo de anoche. Por eso penarán este largo verano. El Murcia, pensando en cómo recuperar la categor el Barça, buscando otro ciclo que sea virtuoso.
tomado de http://www.as.com/
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