Ganar o ganar. Ese era el único objetivo del Atlético al saltar al césped del Calderón para enfrentarse al Deportivo en un partido que les podía devolver a la máxima competición continental doce años después. La entrada de Eller por el sancionado Perea, Camacho, que repetía titularidad y el estado de gracia de Agüero, lo más destacable del once de Aguirre. Enfrente, un Deportivo enrachado en la segunda vuelta que buscaba asegurarse la Intertoto.
Desde el primer minuto de partido el balón comenzó a visitar las áreas de los dos equipos, pero sin peligro alguno. La pelea en la medular por hacerse con el dominio de la posesión se acabó decantando del lado visitante. Los de Lotina se sentían más cómodos que su rival y eso les sirvió para ofrecer un juego muy elaborado desde su propia línea defensiva. Aún así, la primera ocasión de gol estuvo en las botas, como no, de Agüero. El argentino abusó de individualismo en su internada y acabó perdiendo la pelota ante la zaga gallega.
Tras la ocasión, el Atlético se rehizo y ganó presencia en el centro del campo. El oficio de los centrocampistas rojiblancos ayudó a disminuir el dominio de los de Lotina, pero el esférico seguía en poder de los coruñeses. Resultaba sorprendente la solvencia con la que la defensa local, quebradero de cabeza para los colchoneros durante gran parte de la temporada, acababa con los ataques del Deportivo.
Los minutos se consumían con Leo Franco y Aouate como espectadores de lujo. El Deportivo, dueño del balón, tenía la pólvora mojada y sus acercamientos acababan en nada una y otra vez. En el Atlético, todo lo contrario. Agüero y Forlán parecían los únicos capaces de acabar con el tedioso juego que ofrecía su equipo, pero entrar en contacto con el balón parecía una utopía.
Filipe Luis tuvo en sus botas la única ocasión visitante de la primera mitad en un saque de falta que acertó a despejar, no sin complicaciones, Leo Franco.
Suena la flauta
Cuando comenzaban a sonar los primeros pitos de la afición local a su equipo, sonó también la flauta. Una buena conexión entre Agüero y Maxi sirvió para habilitar a Forlán que, desde dentro del área y con la colaboración de Aouate, adelantó al Atlético. Los de Aguirre llegaban al descanso con un más que suculento e inmerecido botín visto lo visto sobre el césped. La depedencia colchonera del dúo Forlán-Agüero es brutal y más que evidente.
La segunda mitad comenzó con una ocasión de Agüero para aumentar la ventaja local, pero cuando el argentino ya dibujaba un perfecto escorzo para mandar el balón a la red, la zaga rival acertó a despejar el esférico. Mientras tanto, el Deportivo seguía ofreciendo la misma tónica que en el primer acto: dominio sin ocasiones.
Poco a poco el Kun comenzó a entrar en contacto con el balón y Aouate se tuvo que poner el mono de trabajo. El israelí desbarató una nueva ocasión del diez atlético cuando ya se cantaba el segundo en la grada. La dinamita que tiene el pequeño delantero rojiblanco en sus botas hacía temblar a la defensa rival cada vez que entraba en contacto con la pelota.
El fútbol dominador pero totalmente plano de los de Lotina y el miedo del Atlético a recibir un gol que le dejase sin su objetivo, tuvo gran parte de culpa en que la recta final de la segunda mitad transcurriese presa del aburrimiento y del sopor.
A tan sólo cinco minutos del final, y cuando el nerviosismo de la grada comenzaba a convertirse en alegría, a punto estuvo Coloccini tirar por tierra todas las ilusiones colchoneras, pero el balón se fue al palo. En la siguiente jugada Agüero tuvo la sentencia, pero un acertadísimo Aouate volvió a ponerse en su camino.
Con el pitido final llegó la fiesta. El Atlético se cuela en la Liga de Campeones doce años después de su última participación, en la que acabó eliminado por el Ajax. Los de Aguirre están obligados a disputar la previa que les de acceso a la fase final de la competición y están obligados también a reforzarse durante el próximo verano si quiere hacer frente a los colosos del fútbol europeo con los que se enfrentará. Con lo que hay, la cosa estará complicada.
Desde el primer minuto de partido el balón comenzó a visitar las áreas de los dos equipos, pero sin peligro alguno. La pelea en la medular por hacerse con el dominio de la posesión se acabó decantando del lado visitante. Los de Lotina se sentían más cómodos que su rival y eso les sirvió para ofrecer un juego muy elaborado desde su propia línea defensiva. Aún así, la primera ocasión de gol estuvo en las botas, como no, de Agüero. El argentino abusó de individualismo en su internada y acabó perdiendo la pelota ante la zaga gallega.
Tras la ocasión, el Atlético se rehizo y ganó presencia en el centro del campo. El oficio de los centrocampistas rojiblancos ayudó a disminuir el dominio de los de Lotina, pero el esférico seguía en poder de los coruñeses. Resultaba sorprendente la solvencia con la que la defensa local, quebradero de cabeza para los colchoneros durante gran parte de la temporada, acababa con los ataques del Deportivo.
Los minutos se consumían con Leo Franco y Aouate como espectadores de lujo. El Deportivo, dueño del balón, tenía la pólvora mojada y sus acercamientos acababan en nada una y otra vez. En el Atlético, todo lo contrario. Agüero y Forlán parecían los únicos capaces de acabar con el tedioso juego que ofrecía su equipo, pero entrar en contacto con el balón parecía una utopía.
Filipe Luis tuvo en sus botas la única ocasión visitante de la primera mitad en un saque de falta que acertó a despejar, no sin complicaciones, Leo Franco.
Suena la flauta
Cuando comenzaban a sonar los primeros pitos de la afición local a su equipo, sonó también la flauta. Una buena conexión entre Agüero y Maxi sirvió para habilitar a Forlán que, desde dentro del área y con la colaboración de Aouate, adelantó al Atlético. Los de Aguirre llegaban al descanso con un más que suculento e inmerecido botín visto lo visto sobre el césped. La depedencia colchonera del dúo Forlán-Agüero es brutal y más que evidente.
La segunda mitad comenzó con una ocasión de Agüero para aumentar la ventaja local, pero cuando el argentino ya dibujaba un perfecto escorzo para mandar el balón a la red, la zaga rival acertó a despejar el esférico. Mientras tanto, el Deportivo seguía ofreciendo la misma tónica que en el primer acto: dominio sin ocasiones.
Poco a poco el Kun comenzó a entrar en contacto con el balón y Aouate se tuvo que poner el mono de trabajo. El israelí desbarató una nueva ocasión del diez atlético cuando ya se cantaba el segundo en la grada. La dinamita que tiene el pequeño delantero rojiblanco en sus botas hacía temblar a la defensa rival cada vez que entraba en contacto con la pelota.
El fútbol dominador pero totalmente plano de los de Lotina y el miedo del Atlético a recibir un gol que le dejase sin su objetivo, tuvo gran parte de culpa en que la recta final de la segunda mitad transcurriese presa del aburrimiento y del sopor.
A tan sólo cinco minutos del final, y cuando el nerviosismo de la grada comenzaba a convertirse en alegría, a punto estuvo Coloccini tirar por tierra todas las ilusiones colchoneras, pero el balón se fue al palo. En la siguiente jugada Agüero tuvo la sentencia, pero un acertadísimo Aouate volvió a ponerse en su camino.
Con el pitido final llegó la fiesta. El Atlético se cuela en la Liga de Campeones doce años después de su última participación, en la que acabó eliminado por el Ajax. Los de Aguirre están obligados a disputar la previa que les de acceso a la fase final de la competición y están obligados también a reforzarse durante el próximo verano si quiere hacer frente a los colosos del fútbol europeo con los que se enfrentará. Con lo que hay, la cosa estará complicada.
tomado de http://www.as.com/
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