Tras el atracón de goles de España ante Rusia, llegaba el turno de los otros dos oponentes de la 'Roja'. La actual campeona, Grecia, saltaba al campo para medirse a una Suecia que tiene la voluntad de ser la selección revelación de esta Eurocopa. Los primeros minutos ofrecieron un interesante intercambio de golpes que no sería ningún preludio de lo que vendría más tarde, sino un ejemplo de fútbol de ataque que nadie quiso seguir durante el resto del partido.
Charisteas pegó primero, intentando recordar que alguna vez fue un gran delantero (concretamente hace cuatro años por estas fechas), más tarde Svensson probó suerte con un zurdazo que salió por muy poco, y más tarde fue Ibrahimovic el que hizo soñar a los suyos cuando alcanzó a cabecear un centro de Ljungberg que salió fuera por muy poco.
Pero llegó un momento en que los griegos se cansaron de arriesgar. Empezó entonces el conocido 'show Rehaggel'. El entrenador alemán ha inculcado a sus pupilos una filosofía de juego muy particular, que consiste en tomar los menores riesgos posibles esperando que pase el tiempo, sin ningún objetivo más allá de estar en pie sobre el campo.
Aburrimiento
Los tres centrales griegos se dedicaban a intercambiar pases en horizontal durante un buen rato, mientras Larsson e Ibrahimovic miraban atónitos y el estadio Wals-Siezenheim descargaba su ira en forma de pitada. Así construye el juego Grecia. Cuando Suecia presionaba, patadón. Pero los griegos no se sonrojan, ellos a lo suyo, porque saben que acabarán teniendo una oportunidad de marcar, y que solo se trata de aprovecharla. Todo esto se lo ha enseñado Rehaggel, claro.
La oportunidad que esperaba la campeona llegó en botas de Basinas, que en una de las pocas llegadas de Grecia en la primera mitad se atrevió a disparar, y a punto estuvo de colar el balón, pero Isaksson hizo gala de sus reflejos y supo despejar a córner. En la segunda parte, más de lo mismo. Suecia no sabía sorprender y solo era capaz de esperar un fallo de la defensa campeona de Europa. Rehaggel había cambiado de delanteros, sacando al rectángulo de juego a Samaras en lugar de Gekas, pero ni por esas, ya que la frescura de Samaras se perdió en el trabajo defensivo.
Aparece la magia
Corría el minuto 67 y abundaban los bostezos en el estadio de Salzburgo, solo Wilhelmsson ponía gotas de calidad en un partido insufrible. Entonces apareció la magia del mejor jugador de Suecia, el que lleva el '10' por algo, Zlatan Ibrahimovic, que ha estado entre algodones los días previos al campeonato y con razón, porque llegaba con molestias y es imprescindible en esta selección. El delantero del Inter acudió a recibir un saque de banda, ensayó la pared con Larsson y se inventó un derechazo imparable que entró por toda la escuadra de Nikopolidis. 0-1 y partido resuelto, visto el potencial de ataque griego.
Cinco minutos más tarde llegó el que será probablemente el mayor 'churro' de la Eurocopa. Un fallo tremendo de Ljungberg, solo delante del portero, lo convirtió Nilsson tras múltiples rechaces y casi sin querer. Era el 0-2, que sería definitivo. Fue entonces cuando Grecia se dio cuenta de que el equipo contrario también tiene una portería que guarda e intentó buscarla, pero claro, sin éxito.
Suecia disfrutaba de sus mejores minutos del partido, y quiso encontrar el tercer gol, pero no pudo. Mientras, los griegos pusieron toda su voluntad, que no es poca, para recortar distancias, pero tampoco llegaron a nada. Al final prevaleció la lógica, y la lógica en el fútbol suele estar del lado de los genios como Ibrahimovic, que con su melodía de 'killer' fue capaz de enseñar el camino a Suecia en Salzburgo, la ciudad de otro genio.
Charisteas pegó primero, intentando recordar que alguna vez fue un gran delantero (concretamente hace cuatro años por estas fechas), más tarde Svensson probó suerte con un zurdazo que salió por muy poco, y más tarde fue Ibrahimovic el que hizo soñar a los suyos cuando alcanzó a cabecear un centro de Ljungberg que salió fuera por muy poco.
Pero llegó un momento en que los griegos se cansaron de arriesgar. Empezó entonces el conocido 'show Rehaggel'. El entrenador alemán ha inculcado a sus pupilos una filosofía de juego muy particular, que consiste en tomar los menores riesgos posibles esperando que pase el tiempo, sin ningún objetivo más allá de estar en pie sobre el campo.
Aburrimiento
Los tres centrales griegos se dedicaban a intercambiar pases en horizontal durante un buen rato, mientras Larsson e Ibrahimovic miraban atónitos y el estadio Wals-Siezenheim descargaba su ira en forma de pitada. Así construye el juego Grecia. Cuando Suecia presionaba, patadón. Pero los griegos no se sonrojan, ellos a lo suyo, porque saben que acabarán teniendo una oportunidad de marcar, y que solo se trata de aprovecharla. Todo esto se lo ha enseñado Rehaggel, claro.
La oportunidad que esperaba la campeona llegó en botas de Basinas, que en una de las pocas llegadas de Grecia en la primera mitad se atrevió a disparar, y a punto estuvo de colar el balón, pero Isaksson hizo gala de sus reflejos y supo despejar a córner. En la segunda parte, más de lo mismo. Suecia no sabía sorprender y solo era capaz de esperar un fallo de la defensa campeona de Europa. Rehaggel había cambiado de delanteros, sacando al rectángulo de juego a Samaras en lugar de Gekas, pero ni por esas, ya que la frescura de Samaras se perdió en el trabajo defensivo.
Aparece la magia
Corría el minuto 67 y abundaban los bostezos en el estadio de Salzburgo, solo Wilhelmsson ponía gotas de calidad en un partido insufrible. Entonces apareció la magia del mejor jugador de Suecia, el que lleva el '10' por algo, Zlatan Ibrahimovic, que ha estado entre algodones los días previos al campeonato y con razón, porque llegaba con molestias y es imprescindible en esta selección. El delantero del Inter acudió a recibir un saque de banda, ensayó la pared con Larsson y se inventó un derechazo imparable que entró por toda la escuadra de Nikopolidis. 0-1 y partido resuelto, visto el potencial de ataque griego.
Cinco minutos más tarde llegó el que será probablemente el mayor 'churro' de la Eurocopa. Un fallo tremendo de Ljungberg, solo delante del portero, lo convirtió Nilsson tras múltiples rechaces y casi sin querer. Era el 0-2, que sería definitivo. Fue entonces cuando Grecia se dio cuenta de que el equipo contrario también tiene una portería que guarda e intentó buscarla, pero claro, sin éxito.
Suecia disfrutaba de sus mejores minutos del partido, y quiso encontrar el tercer gol, pero no pudo. Mientras, los griegos pusieron toda su voluntad, que no es poca, para recortar distancias, pero tampoco llegaron a nada. Al final prevaleció la lógica, y la lógica en el fútbol suele estar del lado de los genios como Ibrahimovic, que con su melodía de 'killer' fue capaz de enseñar el camino a Suecia en Salzburgo, la ciudad de otro genio.
tomado de http://www.as.com/
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