¿Juega mal? ¿Sus estrellas lucen apagadas? ¿Lo sostiene su arquero? Cada interrogante puede recibir respuesta afirmativa en el caso de Brasil, cuyo último antecedente rumbo a Sudáfrica 2010 hablaba de penurias en Quito. Pero el Penta tiene la facultad de recomponerse rápido, a favor de lo que le depara el fixture, con un Perú en franca demolición, lo que es capaz de hacer con un par de retoques y, antes de salir al césped del Beira Río, con la carcajada anticipada por el carnaval paceño. La reanudación de las Eliminatorias lo había mostrado segundo, pero a seis puntos de Paraguay. El cierre de esta fecha doble lo conserva en la misma posición, pero apenas a un triunfo de los paraguayos. Brasil se corrige al andar...Dunga promovió el engaño. No separó al doble cinco (Gilberto Silva-Felipe Melo) en lo que suponía un exceso de prevención contra un rival que ya alteró la cronología al pensar más en el Mundial 2014 que en el del año próximo. El DT local acertó, porque con esa pareja le bastó para la contención de las insinuaciones peruanas (un remate de riesgo para Julio César en 90 minutos) y le dio seguridad para liberar, sin aduanas, a Daniel Alves y Kleber y relevar de obligaciones de obstrucción a Elano y Robinho. El de Manchester City partió como volante por izquierda, en la plataforma que le hubiese correspondido a Kaká, que se paró más cerca de Luis Fabiano como licencia a su recuperación física (llevaba cinco semanas sin actividad por una lesión en el pie izquierdo). El abuso de traslado, un patrimonio que le concede su destreza, le quita influencia a Robinho, porque acumula obstáculos en un tramo más alejado del arco. Anoche, esa rutina de hombre-goma igual le deparó reconocimiento. La dupla que sólo ocasionalmente se da en el Milan no alteró su frecuencia en el Scratch. Kaká es pieza sin recambio en el cuadro de Ancelotti y, en cuanto sume millaje, lo será para Dunga. Ronaldinho es suplente para los dos, con el agravante de que a Dunga ni siquiera lo estimuló la precariedad visitante para ensayar con el binomio. El ingreso de Dinho, con menos de un cuarto de hora por delante, representó una compensación para los hinchas de Gremio, que un ratito antes habían asistido a la celebración de los de Inter, el otro top de Porto Alegre, por la aparición de Alexandre Pato.Para eso dio la exhibición, sin esfuerzo, como advertencia de lo que podría suceder cuando la orquesta vuelva a tocar.
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