Martín Palermo para el conjunto local y Marcelo Gallardo para el River anotaron en la segunda parte los goles de un intenso encuentro disputado en ''La Bombonera'', escenario repleto de público. Con este resultado el equipo riverplatense quedó a seis puntos de distancia del liderato y el Boca Juniors a diez, cuando quedan por delante nueve jornadas para que finalice la competición.
El encuentro tuvo como dominador al Boca en la primera mitad y fue parejo en la segunda, cuando la formación visitante se equivocó menos con el balón y puso en aprietos a la defensa del equipo que dirige Carlos Ischia. Ningún análisis del partido puede prescindir del marco y de la presión que provoca en sus protagonistas una multitud que canta, salta y grita de manera permanente desde los empinados graderíos de un estadio en el que se concentra durante un par de horas el desbordante fervor futbolero de casi todo un país.
Los jugadores saltaron al campo con sus miradas fijadas en las hinchadas, siempre en movimiento con todos sus miembros apretujados y de pie en los sectores populares, y minutos después el encuentro comenzó a disputarse en medio de un hervidero. En pocos lugares del mundo los factores externos influyen tanto en los encuentros de fútbol como en el mítico estadio boquense, donde el público, que hace vibrar su estructura, también juega y donde el equipo local parece tener una ventaja; de ahí que los hinchas auriazules se identifican como "el jugador número 12".
Cada regate, pase acertado, falta o jugada cercana a las áreas desata en un clásico entre los equipos más populares de Argentina estallidos de sonoridad ensordecedora y en ese contexto los actores respondieron, como suele ocurrir, primero con roces, dureza y amor propio y después con algo de precisión con la pelota. Poca, de todas maneras. El Boca Juniors, sin su estrella Juan Román Riquelme, lesionado, dominó la primera parte, fue más profundo y estuvo más cerca de abrir el marcador frente a un rival que se propuso luchar, por las circunstancias y por su falta de equilibrio en la defensa. Un poco más ambientado, el River Plate se soltó en el segundo tiempo y probó jugar más cerca de los dominios del portero boquense Roberto Abbondanzieri.
Martín Palermo, goleador histórico del Boca Juniors desde que el fútbol local se profesionalizó en 1931, tenía motivos para celebrar en esta jornada, a los 35 años, su reciente convocatoria a la selección por parte de Diego Maradona, y estaba al acecho. Y a los 59 minutos, tras recibir un pase de Rodrigo Palacio, "El Loco" Palermo dominó el balón libre de marcajes, buscó su mejor perfil, remató de zurda desde fuera del área y abrió el marcador.
Diez minutos después, tras una falta de Sebastián Battaglia a Diego Buonanotte, el River Plate consiguió el empate con un certero tiro libre de Marcelo Gallardo en un partido que subía de temperatura por continuos encontronazos. El colombiano Radamel Falcao García malogró a los 78 minutos la mejor oportunidad ofensiva riverplatense al rematar desviado frente al guardameta local.
El encuentro tuvo como dominador al Boca en la primera mitad y fue parejo en la segunda, cuando la formación visitante se equivocó menos con el balón y puso en aprietos a la defensa del equipo que dirige Carlos Ischia. Ningún análisis del partido puede prescindir del marco y de la presión que provoca en sus protagonistas una multitud que canta, salta y grita de manera permanente desde los empinados graderíos de un estadio en el que se concentra durante un par de horas el desbordante fervor futbolero de casi todo un país.
Los jugadores saltaron al campo con sus miradas fijadas en las hinchadas, siempre en movimiento con todos sus miembros apretujados y de pie en los sectores populares, y minutos después el encuentro comenzó a disputarse en medio de un hervidero. En pocos lugares del mundo los factores externos influyen tanto en los encuentros de fútbol como en el mítico estadio boquense, donde el público, que hace vibrar su estructura, también juega y donde el equipo local parece tener una ventaja; de ahí que los hinchas auriazules se identifican como "el jugador número 12".
Cada regate, pase acertado, falta o jugada cercana a las áreas desata en un clásico entre los equipos más populares de Argentina estallidos de sonoridad ensordecedora y en ese contexto los actores respondieron, como suele ocurrir, primero con roces, dureza y amor propio y después con algo de precisión con la pelota. Poca, de todas maneras. El Boca Juniors, sin su estrella Juan Román Riquelme, lesionado, dominó la primera parte, fue más profundo y estuvo más cerca de abrir el marcador frente a un rival que se propuso luchar, por las circunstancias y por su falta de equilibrio en la defensa. Un poco más ambientado, el River Plate se soltó en el segundo tiempo y probó jugar más cerca de los dominios del portero boquense Roberto Abbondanzieri.
Martín Palermo, goleador histórico del Boca Juniors desde que el fútbol local se profesionalizó en 1931, tenía motivos para celebrar en esta jornada, a los 35 años, su reciente convocatoria a la selección por parte de Diego Maradona, y estaba al acecho. Y a los 59 minutos, tras recibir un pase de Rodrigo Palacio, "El Loco" Palermo dominó el balón libre de marcajes, buscó su mejor perfil, remató de zurda desde fuera del área y abrió el marcador.
Diez minutos después, tras una falta de Sebastián Battaglia a Diego Buonanotte, el River Plate consiguió el empate con un certero tiro libre de Marcelo Gallardo en un partido que subía de temperatura por continuos encontronazos. El colombiano Radamel Falcao García malogró a los 78 minutos la mejor oportunidad ofensiva riverplatense al rematar desviado frente al guardameta local.
tomado de http://www.as.com/
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