River Plate perdió el pasado miércoles en El Monumental ante Chivas mexicano (1-2) en los cuartos de final de la Copa Libertadores. Dicen las crónicas que el equipo de Simeone jugó realmente mal, cosa que los centroamericanos aprovecharon y tendrán la oportunidad de reventar a los bonaerenses en Guadalajara la próxima semana. Hubo menos de media entrada (24.000 espectadores), entre los que estaba el director deportivo Paco Herrera.
Diego Buonanotte (Santa Fé, 19 de abril 1988) no tuvo su noche, pero al ejecutivo blanquiazul le ha gustado siempre. Emergió a la fuerza y con potencia desde las inferiores franjirojas y el pasado verano fue tanteado, más cuando el club buscaba recambios para relevar a Albert Riera. Por aquel entonces, los directivos de Núñez se descolgaron con una cifra prohibitiba, 15 millones de euros, precio al que nunca podrían llegar los números del Espanyol. Herrera, al conocer los deseos argentinos, cogió la carpeta, la miró con cariño y la guardó en un cajón de su despacho de la Ciudad Deportiva. "Arrieros somos", pensó.
Ahora, con el paso de los meses, las cosas podrían cambiar. Buonanotte sigue creciendo, jugando bien al fútbol y aportando cosas interesantes en cada partido. Dicen que va para crack, pero parece cansado de jugar en Argentina. Javier Mascherano, el tocayo de éste, Saviola, Esteban Cambiasso, Santi Solari o Pablo Aimar, son algunos de los muchos futbolistas que emigraron a Europa y que dejaron una buena suma de billetes en la sede de River para comenzar una aventura y solventar sus vidas. Y eso es lo que pretende Buonanotte, que se está encontrando con una gravísimo problema: la crisis económica que atiza al planeta.
La idea.
Por ese motivo, los dirigentes de River verían con buenos ojos una salida de su futbolista por un precio razonable, eso sí, incluyendo en el contrato una cláusula en la que en un futuro traspaso, parte de los beneficios serían transferidos directamente a la entidad de Buenos Aires.
Buonanotte sigue ahí, gustando, esperando la llamada de su vida. Y a Herrera le encantaría poder hacerla él desde el Estadi Olímpic.
Diego Buonanotte (Santa Fé, 19 de abril 1988) no tuvo su noche, pero al ejecutivo blanquiazul le ha gustado siempre. Emergió a la fuerza y con potencia desde las inferiores franjirojas y el pasado verano fue tanteado, más cuando el club buscaba recambios para relevar a Albert Riera. Por aquel entonces, los directivos de Núñez se descolgaron con una cifra prohibitiba, 15 millones de euros, precio al que nunca podrían llegar los números del Espanyol. Herrera, al conocer los deseos argentinos, cogió la carpeta, la miró con cariño y la guardó en un cajón de su despacho de la Ciudad Deportiva. "Arrieros somos", pensó.
Ahora, con el paso de los meses, las cosas podrían cambiar. Buonanotte sigue creciendo, jugando bien al fútbol y aportando cosas interesantes en cada partido. Dicen que va para crack, pero parece cansado de jugar en Argentina. Javier Mascherano, el tocayo de éste, Saviola, Esteban Cambiasso, Santi Solari o Pablo Aimar, son algunos de los muchos futbolistas que emigraron a Europa y que dejaron una buena suma de billetes en la sede de River para comenzar una aventura y solventar sus vidas. Y eso es lo que pretende Buonanotte, que se está encontrando con una gravísimo problema: la crisis económica que atiza al planeta.
La idea.
Por ese motivo, los dirigentes de River verían con buenos ojos una salida de su futbolista por un precio razonable, eso sí, incluyendo en el contrato una cláusula en la que en un futuro traspaso, parte de los beneficios serían transferidos directamente a la entidad de Buenos Aires.
Buonanotte sigue ahí, gustando, esperando la llamada de su vida. Y a Herrera le encantaría poder hacerla él desde el Estadi Olímpic.
tomado de http://www.as.com/
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