La racha de partidos sin perder del Barcelona se quedó en 20. Eso es lo máximo que perdió el equipo de Guardiola, amén de los 600.000 euros con los que premia la UEFA las victorias en la Liga de Campeones. Pero si hay un buen momento en el que afirmar aquello de que el dinero no da la felicidad, ese es a cuatro días del Barcelona - Real Madrid. Por encima de récords y ganancias, Guardiola se permitió un lujo casi asiático en estos tiempos que corren, de calendarios comprimidos y constantes reválidas, y dejó descansar a todos los jugadores que teóricamente van a ser titulares en el clásico del próximo sábado. Un derecho que se había ganado en Lisboa y que fue entendido también por el público, que entregó la peor asistencia de la temporada, con poco más de 20.000 espectadores. Más fríos que animosos. Más curiosos que entregados.
Con el Shakthar ya establecido como tercero de grupo, no había más historia que pasar revista a la pujante cantera azulgrana y comprobar si los ucranianos, también con muchas bajas, se esforzaban por buscar una revancha del partido de ida que era menos una realidad que una ensoñación de su entrenador, Lucescu. Y a golpe de eficacia el Shakhtar se permitió (2-3) un triunfo en el Camp Nou. Lo que, circunstancias al margen, no deja de ser motivo de fiesta para un club de tan poca tradición continental. La noche, además, dejó lo más parecido a un héroe que permitía un ambiente tan poco épico: Gladkiy, autor de los dos primeros goles de su equipo.
Luces y sombras en la segunda unidad del Barcelona
En la alineación de Guardiola, con los referentes relajados y abrigados en la grada (ni un resfriado se puede permitir con vistas al sábado), era celebrable el regreso de Jorquera casi un año y una brutal lesión de rodilla después, y atractiva la presencia de los Víctor Sánchez o Víctor Vázquez junto a los ya asentados Piqué o Busquets y los que no se pueden permitir una noche de respiro en su búsqueda de oportunidades, como Pedrito o especialmente Bojan, que lo intentó todo pero que, a pesar de jugar por fin de '9', volvió a estar negado de cara al gol, la suerte que se le supone prácticamente innata. Mientras, Cáceres volvió a demostrar que está verde y dejó así las mejores noticias para el Barça en las bandas que ocupaban Hleb y Pedrito. El bielorruso, muy bullicioso, porque sigue creciendo en busca de su nivel del Arsenal. El de San Isidro porque dejó muy buenos detalles y alguna jugada franca de gol en las inmediaciones del área.
A pesar de la transformación total de los nombres, el Barcelona salió al campo reconocible y entonado. Presionando muy arriba, robando y tocando muy rápido, lanzado por Keita y Busquets y afilando las bandas con circulaciones rápidas. Sin el balón, el Shakhtar comprendió pronto que el orden podía ser suficiente cuando no están delante los Xavi, Messi o Eto'o, y según fueron pasando los minutos comenzó a tirar contras, primero tímidas, después más claras. Con ese mapa bien perfilado, el Barcelona acumuló al descanso minutos y minutos rondando sin suerte el área rival. El Shakhtar, al contrario, hizo diana en su único tiro entre palos. Máxima eficacia con, eso sí, un gol impecable: el balón viajó de una banda a la otra y de ahí al corazón del área donde remató demasiado sólo Gladkiy.
La segunda parte tuvo más ritmo, apenas más tensión. El Barcelona salió más enchufado y el partido pareció prepararse para el empate por acumulación de ocasiones y hombres en ataque hasta que, en el minuto 56, Gladkiy golpeó de nuevo, esta vez con la colaboración de Jorquera y la defensa azulgrana. El balón cruzó el área sin que nadie acertara a despejarlo y evitar el remate en boca de gol. El partido parecía cerrado, poco dado como estaba el ambiente para el recurso a la epica, y sin embargo entró en su fase más entretenida, con un Barcelona tozudo que no dejó de insistir. Sylvinho, dos minutos después del 0-2, devolvió las ganas de pelear el resultado con un disparo duro y Fernandinho, antes del último cuarto de hora, pareció sentenciar.
Todavía hubo tiempo para que Busquets apretara otra vez el marcador tras una gran asistencia de Gudjohnsen, que entró al campo para volver a reivindicuar su buen momento de forma en los pocos minutos que jugó. Hasta el final, Bojan siguió desesperándose y el Shakthar defendió con intensidad una victoria de prestigio a ojos de Europa mientras el árbitro, Michale Riley, entraba en una espiral poco comprensible de tarjetas en los minutos más turbios del choque, que no por casualidad coincidieron con la presencia en el campo de Brandao, agitador también en la ida. Al final ganó el Shakhtar, que se lleva 600.000 euros y la alegría de Lucescu, que todavía no ha digerido la derrota en la ida, cuando le ajustició Leo Messi, uno de los once jugadores del Barcelona que no han sido titulares hoy y que sí lo serán, seguramente, el próximo sábado. La fecha en la que realmente están puestas todas las miradas del barcelonismo.
Con el Shakthar ya establecido como tercero de grupo, no había más historia que pasar revista a la pujante cantera azulgrana y comprobar si los ucranianos, también con muchas bajas, se esforzaban por buscar una revancha del partido de ida que era menos una realidad que una ensoñación de su entrenador, Lucescu. Y a golpe de eficacia el Shakhtar se permitió (2-3) un triunfo en el Camp Nou. Lo que, circunstancias al margen, no deja de ser motivo de fiesta para un club de tan poca tradición continental. La noche, además, dejó lo más parecido a un héroe que permitía un ambiente tan poco épico: Gladkiy, autor de los dos primeros goles de su equipo.
Luces y sombras en la segunda unidad del Barcelona
En la alineación de Guardiola, con los referentes relajados y abrigados en la grada (ni un resfriado se puede permitir con vistas al sábado), era celebrable el regreso de Jorquera casi un año y una brutal lesión de rodilla después, y atractiva la presencia de los Víctor Sánchez o Víctor Vázquez junto a los ya asentados Piqué o Busquets y los que no se pueden permitir una noche de respiro en su búsqueda de oportunidades, como Pedrito o especialmente Bojan, que lo intentó todo pero que, a pesar de jugar por fin de '9', volvió a estar negado de cara al gol, la suerte que se le supone prácticamente innata. Mientras, Cáceres volvió a demostrar que está verde y dejó así las mejores noticias para el Barça en las bandas que ocupaban Hleb y Pedrito. El bielorruso, muy bullicioso, porque sigue creciendo en busca de su nivel del Arsenal. El de San Isidro porque dejó muy buenos detalles y alguna jugada franca de gol en las inmediaciones del área.
A pesar de la transformación total de los nombres, el Barcelona salió al campo reconocible y entonado. Presionando muy arriba, robando y tocando muy rápido, lanzado por Keita y Busquets y afilando las bandas con circulaciones rápidas. Sin el balón, el Shakhtar comprendió pronto que el orden podía ser suficiente cuando no están delante los Xavi, Messi o Eto'o, y según fueron pasando los minutos comenzó a tirar contras, primero tímidas, después más claras. Con ese mapa bien perfilado, el Barcelona acumuló al descanso minutos y minutos rondando sin suerte el área rival. El Shakhtar, al contrario, hizo diana en su único tiro entre palos. Máxima eficacia con, eso sí, un gol impecable: el balón viajó de una banda a la otra y de ahí al corazón del área donde remató demasiado sólo Gladkiy.
La segunda parte tuvo más ritmo, apenas más tensión. El Barcelona salió más enchufado y el partido pareció prepararse para el empate por acumulación de ocasiones y hombres en ataque hasta que, en el minuto 56, Gladkiy golpeó de nuevo, esta vez con la colaboración de Jorquera y la defensa azulgrana. El balón cruzó el área sin que nadie acertara a despejarlo y evitar el remate en boca de gol. El partido parecía cerrado, poco dado como estaba el ambiente para el recurso a la epica, y sin embargo entró en su fase más entretenida, con un Barcelona tozudo que no dejó de insistir. Sylvinho, dos minutos después del 0-2, devolvió las ganas de pelear el resultado con un disparo duro y Fernandinho, antes del último cuarto de hora, pareció sentenciar.
Todavía hubo tiempo para que Busquets apretara otra vez el marcador tras una gran asistencia de Gudjohnsen, que entró al campo para volver a reivindicuar su buen momento de forma en los pocos minutos que jugó. Hasta el final, Bojan siguió desesperándose y el Shakthar defendió con intensidad una victoria de prestigio a ojos de Europa mientras el árbitro, Michale Riley, entraba en una espiral poco comprensible de tarjetas en los minutos más turbios del choque, que no por casualidad coincidieron con la presencia en el campo de Brandao, agitador también en la ida. Al final ganó el Shakhtar, que se lleva 600.000 euros y la alegría de Lucescu, que todavía no ha digerido la derrota en la ida, cuando le ajustició Leo Messi, uno de los once jugadores del Barcelona que no han sido titulares hoy y que sí lo serán, seguramente, el próximo sábado. La fecha en la que realmente están puestas todas las miradas del barcelonismo.
tomado de www.as.com
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