Será por el frío, por la prima indecorosa ofrecida por el club y que los jugadores amablemente aceptaron o porque la errática trayectoria del equipo en la Liga de Campeones no permitía más errores, el caso es que el Real Madrid ofreció una imagen más decente que en los compromisos previos. Muy concentrado desde el inicio, salió con determinación, decidido a acabar con cualquier intento de insurrección del BATE, uno de los peores equipos que han disputado la Liga de Campeones en toda su historia. La debilidad de los bielorrusos favoreció en buena medida el desempeño del Madrid, que apenas necesitó siete minutos para asegurar su clasificación para la siguiente fase. Lo que ocurra en el cruce de octavos de final será otra historia y ya veremos con qué protagonistas.
Lo que es indudable es que llegado ese momento el Madrid necesitará la mejor versión de Guti y Raúl, junto con Gago y Sneijder los mejores en Minsk. Guti impuso su magisterio, ofreció su talento y lo puso a disposición del grupo, cosa que no siempre ocurre, pero que tanto necesita este conjunto. Raúl hizo lo que mejor sabe, definir, y con su gol aligeró de presión a este grupo, que vive instalado en la duda y en un permanente estado de ansiedad. Guti jugó y Raúl marcó. El Madrid de toda la vida.
Se sintió parte importante del conjunto Saviola, al que tantos lesionados le han convertido en titular, y por momentos Drenthe, que encontró un fiel aliado en el mediocre lateral Khagush, pareció un futbolista y puso algo de pausa a sus alocadas carreras por la banda izquierda. Fue sólo un instante, una ilusión efímera, pero determinante para el resultado final. En el resto del choque se mostró más participativo que de costumbre, pero con el mismo poco acierto de siempre. Le sobró entusiasmo y le faltó precisión en el pase. Si algún día logra combinar los dos factores, Drenthe será un futbolista más que interesante. Hay trabajo ahí para los entrenadores. Al menos hay que alabar su implicación y es que el Madrid cargó todo el peso de su ataque en la banda izquierda y el holandés nunca se escondió. La banda derecha fue un páramo. Nunca se vio a Torres en el campo contrario, claro que tampoco se le esperaba. Se centró en la defensa, en proteger su zona, y ahí estuvo correcto.
El caso es que de los pies de Drenthe nació el gol del Madrid. Un centro del holandés no acertó a rematarlo Saviola y el balón llegó hasta Raúl, que definió con todo el acierto que le faltó durante toda la gélida noche al argentino. Disfrutó de varias ocasiones, alguna de ellas clara, pero todas las envió al cubo de la basura.
En siete minutos ya había hecho el Madrid su trabajo y el resto del encuentro lo dedicó a administrar el resultado, en lugar de buscar la sentencia para acabar con cualquier intento de reacción del BATE. Es éste un error que comete con frecuencia y que le pudo costar caro. Da demasiada confianza al contrario, que se cree mejor de lo que es y acaba por crear problemas. Con esta forma que tiene el Madrid de interpretar los partidos, los rivales acaban disfrutando de ocasiones aunque no quieran. En esos momentos de dificultad sostuvieron al equipo tres futbolistas. Desde atrás, Sergio Ramos y Pepe, la mejor pareja de centrales que puede presentar el Madrid, insuperables por bajo y por alto y que compensaron los errores de Heinze; y en la media Gago, un mariscal de campo que corta en defensa, distribuye con criterio y transmite el carácter ganador que siempre ha tenido este club. También merece una mención Sneijder, buen aliado de Guti y Gago y que se mostró más participativo que en compromisos antreriores. Se ofreció en el pase, desahogó el juego y supo sacrificarse en defensa.
Este cuarteto se agigantó en el tramo final, cuando la falta de definición del Madrid puso cuesta arriba el encuentro y obligó a trabajar más de lo que demandaba la calidad del rival. No supo convertir el segundo ni mientras tuvo la iniciativa y el balón, ni cuando se entregó al contragolpe y se dedicó a malgastar tantas oportunidades como dispuso. Acabó el equipo de Schuster encerrado en su campo, achicando balones y cometiendo demasiadas faltas cerca de la portería de Casillas. En definitiva, sufriendo, porque quizá este equipo no sabe vivir de otra forma.
Lo que es indudable es que llegado ese momento el Madrid necesitará la mejor versión de Guti y Raúl, junto con Gago y Sneijder los mejores en Minsk. Guti impuso su magisterio, ofreció su talento y lo puso a disposición del grupo, cosa que no siempre ocurre, pero que tanto necesita este conjunto. Raúl hizo lo que mejor sabe, definir, y con su gol aligeró de presión a este grupo, que vive instalado en la duda y en un permanente estado de ansiedad. Guti jugó y Raúl marcó. El Madrid de toda la vida.
Se sintió parte importante del conjunto Saviola, al que tantos lesionados le han convertido en titular, y por momentos Drenthe, que encontró un fiel aliado en el mediocre lateral Khagush, pareció un futbolista y puso algo de pausa a sus alocadas carreras por la banda izquierda. Fue sólo un instante, una ilusión efímera, pero determinante para el resultado final. En el resto del choque se mostró más participativo que de costumbre, pero con el mismo poco acierto de siempre. Le sobró entusiasmo y le faltó precisión en el pase. Si algún día logra combinar los dos factores, Drenthe será un futbolista más que interesante. Hay trabajo ahí para los entrenadores. Al menos hay que alabar su implicación y es que el Madrid cargó todo el peso de su ataque en la banda izquierda y el holandés nunca se escondió. La banda derecha fue un páramo. Nunca se vio a Torres en el campo contrario, claro que tampoco se le esperaba. Se centró en la defensa, en proteger su zona, y ahí estuvo correcto.
El caso es que de los pies de Drenthe nació el gol del Madrid. Un centro del holandés no acertó a rematarlo Saviola y el balón llegó hasta Raúl, que definió con todo el acierto que le faltó durante toda la gélida noche al argentino. Disfrutó de varias ocasiones, alguna de ellas clara, pero todas las envió al cubo de la basura.
En siete minutos ya había hecho el Madrid su trabajo y el resto del encuentro lo dedicó a administrar el resultado, en lugar de buscar la sentencia para acabar con cualquier intento de reacción del BATE. Es éste un error que comete con frecuencia y que le pudo costar caro. Da demasiada confianza al contrario, que se cree mejor de lo que es y acaba por crear problemas. Con esta forma que tiene el Madrid de interpretar los partidos, los rivales acaban disfrutando de ocasiones aunque no quieran. En esos momentos de dificultad sostuvieron al equipo tres futbolistas. Desde atrás, Sergio Ramos y Pepe, la mejor pareja de centrales que puede presentar el Madrid, insuperables por bajo y por alto y que compensaron los errores de Heinze; y en la media Gago, un mariscal de campo que corta en defensa, distribuye con criterio y transmite el carácter ganador que siempre ha tenido este club. También merece una mención Sneijder, buen aliado de Guti y Gago y que se mostró más participativo que en compromisos antreriores. Se ofreció en el pase, desahogó el juego y supo sacrificarse en defensa.
Este cuarteto se agigantó en el tramo final, cuando la falta de definición del Madrid puso cuesta arriba el encuentro y obligó a trabajar más de lo que demandaba la calidad del rival. No supo convertir el segundo ni mientras tuvo la iniciativa y el balón, ni cuando se entregó al contragolpe y se dedicó a malgastar tantas oportunidades como dispuso. Acabó el equipo de Schuster encerrado en su campo, achicando balones y cometiendo demasiadas faltas cerca de la portería de Casillas. En definitiva, sufriendo, porque quizá este equipo no sabe vivir de otra forma.
tomado de www.as.com
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